Canalla despedida prolongada, a la que miles de excusas se han aproximado para no dejarla ir.
Agónica de quererse quedar aun cuando ya te estás yendo.
¡Qué desazón se percibe en tus mandíbulas y puños apretados!
Te transportas a la lógica opuesta que te has inventado, y de repente, un halo llega a liberarte. A pesar de eso, solo sabes quedarte contemplando obnubilado.
Sigues ahí, inmóvil, petrificado, sin saber qué hacer. Porque soñaste tanto tiempo con este encuentro, que la cordura se te entumece. Porque pensaste que morirías sin vivir real aquel momento.
Entonces te pones a su disposición -sin alevosía- solo, solemne y tranquilo.
Te entregas al amor, ese que crees que soñaste pero al que luego, le recriminas tu agonía.
Te desmoronas sin decir una palabra que valga tu salvación.
Porque hablas lejos de lo que sientes. Porque la culpa te pesa en los labios.
Te adentras en la reminiscencia y resignado a la muerte, amas.
YAIH