*Contenido por Alejandra Sierra @aalejasierra
[su_box title=”” box_color=”#26CCCA” title_color=”#333333″ radius=”10″]Ha hecho de la imagen su lenguaje y de las ilustraciones, diseños, dibujos y retratos pictóricos palabras para expresar posiciones, sentimientos y pensamientos.
Su perfil y hoja de vida no son nada convencionales. Parece un libro que él mismo ha denominado retrospectiva, en el que declara su necesidad de indagar sobre la ilustración, de reflexionar sobre el método de construcción de la imagen, entendiendo que es un universo desconocido con muchos mundos para explorar.[/su_box]
Hablamos de Geison Castañeda Perico, un joven bogotano, ilustrador y diseñador gráfico, egresado de la Universidad Jorge Tadeo Lozano y ganador del Salón Visual Bacánika en 2019, un espacio que abre las puertas a creadores visuales para mostrar lo mejor de la ilustración colombiana, un salón que permite tener una radiografía del contexto, las tendencias y la realidad de la imagen, de lo que visualmente está pasando en este territorio.
El reconocimiento de Bacánika llegó a su vida luego de muchos intentos, después de sentir por momentos una frustración o crisis existencial, porque su talento y trayectoria no eran valorados como él esperaba. Justo cuando decidió tomar distancia de las agencias de diseño y concentrarse en su trabajo se presentó una vez más, con convicción y compromiso, porque profesionalmente estaba creciendo y sus técnicas eran más pulidas y su discurso narrativo tenía mucho más para contar.
Después de mucho persistir, esta distinción se convirtió en una llave que le abrió las puertas para ilustrar en las revistas El Malpensante y Arcadia. Esa misma llave le permitió plasmar su trabajo en publicaciones institucionales como ProColombia y Empresas Públicas de Medellín (EPM).
Si hay algo que Geison tiene claro es que la constancia ha sido el hilo conductor con el que ha consolidado su obra y trayectoria profesional. Aprovechar al máximo y sacarle jugo a espacios y proyectos universitarios como Ex Libris, de la Universidad Nacional, el Salón ImagenPalabra, de la Universidad Los Libertadores, y publicaciones como Brújula, de la Universidad Jorge Tadeo Lozano fueron el primer trampolín para poner a circular su obra, compartir su portafolio y acercarse a públicos de interés y grupos editoriales.
Ser constante ha implicado para él mantener ‘a full’ su estado de ánimo, para seguir presentándose a diferentes convocatorias y continuar trabajando de manera responsable y ardua para lograr cada propósito. Participar en estos espacios significa ganar experiencia, aprender del proceso y adquirir nuevas habilidades, que puedan parecer mínimas y básicas, como identificar el formato en el que se debe enviar la imagen, cómo escanearla o cómo revisar el color. Ninguno de estos detalles es insignificante porque resulta definitivo a la hora de enviar un diseño.
[su_quote]El hecho de no pasar a una convocatoria no significa que la imagen sea mala, es ir probándose y ajustarse.[/su_quote]
Ser testigo de nuevos discursos narrativos en los que la imagen se fusiona y se articula con los espacios, es más cercana, parchada y accesible a todo tipo de públicos ha sido para Geison una de las mayores ventajas de transitar por lugares poco convencionales, como aquella vez que expuso en una peluquería alternativa, con imágenes que tenían relación con este oficio.
Desdibujar los imaginarios de que solo es posible consolidar la obra y darse a conocer en galerías y museos es restarle valor a los ecosistemas culturales que se construyen a partir de las conversaciones en las que convergen diferentes oficios o modelos de negocio, como tiendas de ropa, cafés, restaurantes y hostales, entre otros, que permiten hacer rotar la obra de manera más recurrente y por mayor tiempo.
En cuanto a la autogestión, Geison reconoce que puede representar todo un desafío para los artistas visuales emergentes; por eso considera que es importante permanecer activo en el medio. En su experiencia dejó a un lado el computador, los lápices y las libretas, para involucrarse de manera más personal en ferias, talleres y exposiciones, lo cual es esencial, pues es difícil generar este tipo de gestión sin participar en estos contextos. También comprende que el mayor activo intangible, más allá del plano profesional o del buen resultado de una imagen, se basa en generar siempre una buena impresión y consolidar un buen nombre, porque es allí en donde se ponen en valor las habilidades y conocimientos.
Por último, este talentoso bogotano invita a los artistas visuales a diseñar desde el inicio un portafolio, construir una base de datos de convocatorias, generar el hábito de consultarlas y determinar cuál de ellas se ajusta al perfil y al momento profesional en el que cada uno se encuentre para poder vincularse a ellas, conocer la trayectoria y la obra de otros artistas visuales y asumir la constancia como una filosofía de vida personal y profesional, pues sin ella no se hace un buen trabajo.