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Delirium tremens

Mi temor más escondido y profundo es que aún respires,

detrás de los arbustos, oculta en la negrura

o en las tardes grises de noviembre.

Mirar tu boca por el túnel nebuloso del recuerdo

es arder en llamas y huir de las garras del viento

convertido en ceniza entrañable

 

Mi condena más efectiva yace en la curvatura

de las espaldas de las mujeres

donde la luna se despoja y cae tartamuda y excitada,

donde noche tras noche busqué borrar tu cicatriz

clavada con tachuelas en mi carne.

 

Te quise, máquina inventora de fantasías,

cáliz cristalino y babilónico.

Caminaste por el mapa anatómico y explotaste

como el beso apasionado y nervioso de las adolescentes

 

Hurgará en mí el deseo oscuro de la noche anémica

y aparecerás como una sombra imaginaria

que se turba y provoca la borrasca,

caerán mil nubes, derramadas sobre la ciudad de agua

mientras el diablo deambula los almanaques

donde se posan todas las rosas marchitas,

perpetuando para siempre

la última velada de las golondrinas muertas.

 

 

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El contenido de los textos aquí publicados es de exclusiva responsabilidad de los autores, representa su opinión y no compromete a la Corporación La Astilla en el Ojo.

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