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Puerto Candelaria, el macondo de los sonidos


[su_quote][su_dropcap style=”simple” size=”6″]P[/su_dropcap]uerto Candelaria es un lugar imaginario que queda en la imaginación de los músicos del puerto, allí confluyen diversos personajes que elaboran una radiografía de lo que sucede en los pueblos latinoamericanos.[/su_quote]

Seguramente cuando Gabriel García Márquez escribió sobre macondo, en cada calle se tejía una amalgama de sonidos que descubrían lo qué es Colombia. Hasta hace 17 años, nos enteramos de la banda sonora que acompañaba al coronel Aurelio Buendía.

Puerto Candelaria es un lugar que queda en la imaginación de los músicos del puerto, allí confluyen diversos personajes que elaboran una radiografía de lo que sucede en los pueblos latinoamericanos. Es un puerto que huele a guayaba fresca. Sabe a borojó y chontaduro. En este sitio desembocan los sonidos de la Costa Caribe colombiana con el bullerengue y el porro, de la Cordillera Andina con el pasillo, y de Norteamérica con el rock y el jazz.

En el puerto habita el dictador que está en todos los pueblos de América Latina, quien en la agrupación es el Sargento Remolacha; Maga la maga es la voz delicada y sensual, además la única mujer del puerto que ha conquistado a todos los candelarios; el Caballero del Bajo es quien seduce a toda las chicas foráneas que llegan al puerto; Diggy Pajarito con su inocencia y picardía es quien revolotea en los tambores; Barroman que es el personaje más peligroso del puerto, el de los negocios sucios; y el sultán quien con su poder persuade por medio de los sonidos.

Agradecimiento especial a Park Motos Smoke Shop, por aportar a la realización de esta columna

Los inicios de la agrupación surgen en el 2000 con Juancho Valencia –el sargento remolacha-, quien comienza a formar un grupo de estudio de la música colombiana, del inmenso folclor que se desconoce como buenos colombianos.

Al principio se reunían estudiantes de la Universidad EAFIT y la Universidad de Antioquia para generar nuevas posibilidades con esas resonancias y ritmos que los rodeaban como: el rock en español, Los Fabulosos Cadillacs, Café Tacuba y Soda estéreo. De esta manera entendieron cómo esos sonidos se mezclaban con el jazz y la música clásica que se estudiaba en la universidad. Además percibiendo el sonido autóctono de la ciudad de Medellín y la música inherente a sus familias.

El puerto es justamente el lugar al que llegan influencias desde lo pictórico como Débora Arango con su expresionismo y desde el teatro colombiano como el Águila descalza, que permiten generar una mezcla sutil picareza con el lugar dejando un rastro de rebeldía y conciencia colectiva. Candelaria representa lo que es Colombia, es una palabra que se repite en toda la geografía colombiana, convirtiendo al puerto en el macondo de los sonidos, ese lugar imaginario y real que habla de la cultura colombiana.

Para la Maga, Colombia es una telenovela entre odios, amores y tristezas, pero con una carga de alegría que sobrepasa los conceptos anteriores. Por el contrario para el Sargento son todas las contradicciones existiendo al mismo tiempo, no obstante el Caballero coincide con la Maga en el amor y la pasión, para él Colombia es diversidad y paz.

Lo primero que llegó al puerto fue un acordeón viejísimo que heredó el sargento remolacha, su figura los ha acompañado he inspirado; de ahí partieron todas las melodías que surgieron de puerto candelaria, lo último que llegó fue Maga la Maga convirtiéndose una nueva propuesta.

También llegan nuevos ritmos que son productos de belleza, comida, escritores, teatreros, turistas. Pero lo más importante son los ritmos que visitan al puerto de todas las partes del mundo ‘contaminado pero alimentado al tiempo’.

El proceso de creación en el puerto no se sabe si es largo o corto porque allí no existe el tiempo. Sin embargo, la cabeza visible, el creador de la mayoría –por no decir de todas las canciones y composiciones de Puerto Candelaria-, es Juancho Valencia. Es él quien se sienta en la hamaca o caminando por el pueblo, o por la plaza se encuentra con nuevos ritmos y sonidos que arriban a su sensibilidad dejándose seducir.

Crea las canciones desde su hamaca, leyendo un libro, viendo las nuevas personas que van llegado y saliendo del puerto. Porque en el puerto también hay invitados, Gabo ha estado con todos los integrantes, inspirándolos con sus libros, con las mariposas amarillas y el realismo mágico.

Maga la Maga suena a champeta, se reconoce en los tambores que la despiertan cuando escucha el currulao y la cumbia; a ella la bordea el espíritu vibrante de los cununos. El Caballero del bajo ya no sabe a qué suena, pero en las noches, al igual que el caballero de la noche (una flor) se abre justo antes del amanecer y evoca los sonidos más afrodisiacos que revelan su identidad. El Sargento Remolacha convoca en sus manos la voz del mundo, y aunque no es cierto pero se escucha bonito suena” al eco de la exactitud”.

A la ladera de este lugar imaginario, después de un exuberante concierto llegó Evelyn, una roldanillense de 14 años, que llevaba puesto el amor que la Maga siente por Colombia, la pasión que el Caballero resalta de este país y las contradicciones del Sargento.

[su_quote]Ustedes llegan y simplemente sienten, lo que sentimos es lo que hacemos, esa es la base de todo. Ustedes lo llenan a uno de amor, de pasión, su música es una parte fundamental porque es colombiana, lo hacen sentir orgulloso de que somos colombianos, me hacen decir: estas son mis raíces. Ustedes llegan, y simplemente, todo ocurre. –  Evelyn[/su_quote]

Con sus palabras entrecortadas por el llanto y la conmoción se acercó a Los Candelarios para nunca irse, sembró en cada uno de ellos ráfagas de amor, itinerarios que confrontan la bella labor y la responsabilidad que han forjado con Colombia y en el mundo.

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