Tecno y Alicia hacen parte de un viaje a ninguna parte y sin destino preciso. Diferentes texturas de la vida van encontrando a su paso: “Ella tenía la sensación de estar perdida y a la vez de saber dónde se encontraba…era como si ya hubiera estado en ese lugar, una vez o quizás siempre pues, a pesar de una oscuridad que lo cubría todo, no sentía ningún temor”. Ella de carne y hueso, real, él, con su existencia en un punto medio de lo que late y es mecánico finalmente la sedujo por laberintos insospechados, “era fascinante y, por alguna razón que no entendía ni controlaba, no podía dejar de mirarlo”. Finalmente nunca sabrá si el sueño era real o la realidad una fantasía inventada. Una mano te despierta, te mueve como si fueras bulto de aserrín, te topas de nuevo con la realidad, pero ya no podrás ser el mismo nunca más.
Todo era muy confuso. A pesar de caminar en una completa oscuridad, el camino le parecía seguro y ninguno de los pocos, y a veces ininteligibles ruidos, parecía preocuparle. Ella tenía la sensación de estar perdida y a la vez de saber dónde se encontraba…era como si ya hubiera estado en ese lugar, una vez o quizás siempre pues, a pesar de una oscuridad que lo cubría todo, no sentía ningún temor.
A lo lejos, mientras caminaba, observó un cuerpo brillante. En la medida que se acercaba, esa figura parecía irradiar luz e iba cobrando forma; se iba convirtiendo en una imagen más definida: un robot plateado.
La oscuridad pareció disminuir. No supo si la luz provenía del robot o era que el sitio estaba iluminado. El robot era fascinante y, por alguna razón que no entendía ni controlaba, no podía dejar de mirarlo. Cuando estuvo más cerca, notó mejor los detalles. No era cómo los demás robots pues éste, en vez de ojos, tenía dos pequeñas pantallas como las de los teléfonos celulares actuales, perfectamente sincronizadas, mostrando la misma información. En el pecho, una pantalla más grande desplegaba información de texto y gráficas.
Pero había un hecho aún más sorprendente: al estar frente a él, ya no podía dejar de ver el robot a los ojos… mejor dicho a sus pantallas. No tenía control pues, por más que trataba de desviar su mirada, los ojos o quizás las imágenes de las pantallas del robot eran adictivas, coloridas, asombrosas, contagiosas, llamativas y muy difíciles de evitar…
El robot se adelantó a presentarse y, con voz metálica, dijo:
- Soy Tecno. Seré tu guía mientras estés aquí…
- ¿Por qué siento que no puedo dejar de mirarte…?- Preguntó ella, aún extrañada.
- Espera…- Pidió él
Con una de sus manos, muy lentamente, empezó a darle vuelta a una perilla de su cuerpo, hasta que pareció llegar a la posición correcta. Justo en ese momento, la chica pudo reaccionar y dejar de mirarlo fijamente.
Tu mente humana es susceptible de ser manipulada y muy vulnerable. Es lo que se llama “adicción a la tecnología”. Mis programadores lo saben y por ello me dieron la posibilidad de ajustar los niveles con esta perilla…
Ella no sabía por qué estaba allí o como había llegado a ese sitio. Iba a preguntarlo pero, de la nada y a corta distancia, apareció un tren muy grande, ruidoso y de muchos vagones que les pasó muy cerca y, de no ser por su rápida reacción, hubiera sido atropellada. Con asombro miró a Tecno esperando una respuesta. Éste le respondió inmediatamente:
- Es el “Tren de las Oportunidades”. Acabas de dejar pasar tu oportunidad… Las oportunidades aparecen en cualquier momento y tú decides si las tomas o las dejas.
- Pero… no entiendo…. ¿Qué oportunidad dejé pasar? ¿Volverá a pasar? – Dudó
- Nadie sabe cuándo o dónde aparecerán más oportunidades. El caso es que la vida de te enseña que las decisiones buenas o malas hay que tomarlas. Sólo tienes un instante para decidirte…la ventaja es que puedes subirte a cualquier vagón…-Aclaró él
- ¿Existe algún lugar como una “estación” donde pueda tomarlo?- Quiso saber la chica
- Las oportunidades aparecen en tu vida en el momento menos pensado. En la mayoría de los casos no tienes ni tiempo de pensarlo y por eso algunos corren riesgos…
Mejor avancemos y no estés triste por eso… mira te ofrezco una… – La consoló Tecno. Mientras caminaban, el robot sacó una bolsa de un compartimento en su costado. Ésta contenía pequeñas esferas, que parecían dulces comestibles, de colores rojo y azul. Las esferas rojas eran más abundantes y parecían sepultar las pocas de color azul.
La chica metió su mano en la bolsa, sacó una de las esferas rojas y, asumiendo que eran para comer, se la iba a meter en la boca pero el robot lo evitó:
- ¡Espera! ¡Esa no! ¡Mejor toma una azul!- Le aconsejó.
El robot le acercó la bolsa para que devolviera la esfera roja. Ella la soltó dentro y, con gran demora pues no parecía encontrarlas, ubicó una azul y la cogió. Pero ya afuera, se dio cuenta que dos esferas azules habían salido pegadas. Apenada, intentó devolver una.
- Quédatela… es posible que la necesites después- dijo
La chica se metió la esfera azul a la boca. En ese mismo instante, sin poder controlarlo, sintió que estaba forzada a esbozar una sonrisa y que su cuerpo y su mente se iban llenando de felicidad… No tuvo necesidad de preguntar que le estaba sucediendo pues Tecno, que conocía de antemano los efectos, empezó a contar:
- Las esferas azules son felicidades y las rojas tristezas…
- Pero… ¿Por qué la bolsa tiene muy pocas azules y muchas rojas? – Preguntó
- Sí, así es la vida: las felicidades son contadas. Y muy probablemente siempre experimentes muchísimas tristezas- Argumentó sabiamente el robot
Continuaron su camino, cada vez más iluminado, hasta que llegaron a un valle. Muy a lo lejos se observaban, esparcidas con cierta distancia, unas pequeñas nubes blancas, como motitas de algodón que flotaban, contrastando bastante, con una superficie líquida de color negro, muy parecida a un océano.
Tecno le explicó que las nubes blancas eran los “sueños” y que ese líquido oscuro era el mar de “temores”.
Mientras ella observaba ese hermoso paisaje, súbitamente, desde la superficie, una nube negra se fue formando, elevando lentamente y subió hasta donde estaba una blanca, hasta ocupar su espacio. El Robot se dio cuenta de eso y rápidamente, como si fuera una gran amenaza o algo fuera de orden, sacó una potente arma de su pierna y disparó a la nube negra recién formada…
- ¿Por qué destruiste la nube negra?- Preguntó ella muy intrigada.
- Nunca se debe dejar que los temores ocupen el lugar de los sueños… – Explicó el robot.
Siguieron caminando y cada vez había más luz, como si fuera de día. Tecno se detuvo frente a dos árboles idénticos, bastante frondosos y cargados de unas frutas de forma muy extraña.
Aunque la forma era la misma, el color de las frutas si era diferente: una era verde y la otra amarilla.
Con sus manos robóticas, que podían extenderse bastante y sin esfuerzo, cogió un fruto de cada árbol y se los ofreció a la chica. Ambos se veían apetitosos para ella y, si a eso se le sumaba su hambre, no quería esperar para comerlos. La chica empezó por la fruta verde, expresando lo deliciosa que estaba, hasta terminarla. Luego, sintiéndose aún con hambre, se comió la fruta amarilla.
- Está muy deliciosa- Dijo ella- Ésta fruta sabe mucho mejor que la verde…
- Sí claro.- Dijo el robot y luego aclaró – La fruta verde se llamaba “confianza” y la amarilla “desconfianza”…………………. Si la confianza es buena…la desconfianza siempre es mejor
Decidieron continuar su camino. Ella nuevamente iba a preguntar dónde estaba, pero fue interrumpida por un sonido familiar: el Tren de la Oportunidad, que venía hacia ellos…
- ¡El Tren! ¡Debo coger el tren!- Empezó a decir la chica
Una voz que no era la de Tecno pero que, aún entre dormida, le resultaba conocida, dijo:
- ¡Alicia, otra vez estás soñando! Parece que tienes una pesadilla. Mejor ve a la cama a dormir. Este sillón no es muy cómodo y menos para dormir con un televisor encendido…
Era la voz de su madre, quién la llamaba intentando ayudarla a despertar.
- ¿Dónde está Tecno?- Preguntó la chica, muy somnolienta, sin obtener una respuesta.
La chica, como pudo, se fue tambaleante para su cuarto. Su madre, extrañada, la ayudó a levantarse y la siguió con la mirada mientras se alejaba.
Luego, organizó el sillón, reposicionó los cojines, apagó el televisor y, cuando se iba a ir, observó algo en el piso… Era una pequeña esfera… como de dulce… de color azul…
La recogió con dos dedos y la observó con detenimiento frente a sus ojos.
- ¡Que tristeza! …dulces regados en el piso…- Dijo molesta
Se fue hasta el recipiente de la basura y, con indignación, la arrojó ahí…