Arrojado por mi propia voluntad en esta calurosa ciudad, me envuelvo en recuerdos que ya no deseo. Me pierdo para evitarte, con la intención de construir recuerdos nuevos de un mismo lugar sin ti. Te borro en tu casa, vuelvo a mí estando tan cerca de… justamente donde me perdí. “Esta noche es para perderse”, me digo para mis adentros,

Quizá sea necesario hacer presión educativa y cultural en la institucionalidad municipal, a ver si ante esa presión reacciona y decide examinar las absurdas políticas culturales que han venido ‘’realizando’’, pero desde una forma libre de investigación, con intereses específicos, para reconocer las necesidades de las comunidades barriales desde una experiencia directa, alejada, si se quiere, de una educación de

“Caracas, la ciudad más peligrosa del mundo” Televisión, radio, Internet, de boca en boca, en las conversaciones diurnas, en las conversaciones nocturnas. Creo que la abrumadora repetición redujo la tragedia a un simple cliché. Las 5235 personas asesinadas anualmente se convirtieron en un burdo número, solo un dato más. En este contexto de falta de paz sin guerra pasan desapercibidos individuos increíblemente peculiares. Hora pico en la estación

Lo cotidiano, dicen algunos, es como la nariz todo tenemos una, Lo cotidiano no son los lugares comunes, ni calles transitadas, ni los hábitos que nos hacen quienes decimos ser. Lo cotidiano no son aquellas clases que tomas, ni los saludos repetidos casi con desdén, o las sonrisas obligadas, lo cotidiano es la violencia de los días. La violencia de levantarte en la mañana y descubrirte solo, la taza de café

Fotografía: Felipe Giraldo Sólo pocas veces nos preguntamos sobre esa contradicción que representa la cotidianidad en sí misma, y es que resulta difícil diferenciar entre la concepción de lo cotidiano como eventualidad efímera, espontánea e inclusive de inmensa plenitud, frente a la incansable cotidianidad que nos sumerge en el tedio de la rutina, del tiempo limitado y de la consciencia de inferioridad. Precisamente no hay

 // SERJIO VILLARROEL Verdad y Belleza eran considerados valores inseparables. La fascinación de conocer el mundo traía consigo el canto, los frutos de la tierra. Para las sociedades primigenias el mito era la fuente de la vida, su ley, su porvenir, su unión con la divinidad ¡Qué era el conocimiento sino el arte de soñar bajo el sol! La larga jornada del homínido se