Terminar no es siempre terminar, de hecho suele confundirse con empezar, así tampoco siempre lo sea. Cuenta el libro de María que en la página 243 las letras terminan tres renglones después de haber iniciado esa triste hoja. María lloró y lloró, no por terminar el libro, sino por pensar en Luis: peculiar hombre, de dientes  grandes y amarillentos que con su aliento