¡Qué banalidad la vida cuando callamos!
y más allá,
el vicio al Ego.
¿Cómo despegar sin ser ajenos?,
siendo humanos tan corrientes,
siendo alquimia y a ratos cielo.
Expectantes vamos todos,
todos pocos,
pocos vemos.
Qué ironía la palabra,
y dentro de ella,
tantas almas condenadas.
¿Cómo soñar en el camino?,
siendo el asfalto infértil,
los pies un esclavo,
y la mente un punto fijo.
Consciente no va nadie,
nadie es mucho,
somos todos.
Qué angustia el ser humano,
y sin embargo,
maravillosa la poesía.
Preguntemos a la voz,
qué hace ella en estas líneas,
qué hace el ruido en membresía,
si son las letras las que gritan por el alma mía.