Origami
No inicié doblándote en partes iguales,
seguro por eso ahora no te noto perfecto,
estable, armónico
¡NI SIQUIERA AGRADABLE!
Debí doblarte en dos partes iguales,
en una dejar lo menos malo,
en la otra lo que queda: putrefacción.
Una vez equilibrados los lados,
debí trazar imaginariamente una línea perpendicular
entre la corona de tu cabeza
y el brazo áspero que abraza mal.
Hecho esto, quisiera haber plegado en forma triangular
cada una de tus piernas ya dobladas,
primero una torcida con fuerza y luego la otra,
ya de manera menos fuerte pero no menos dolorosa.
A esta hora, habrá de ti una endeble figura mal hecha.
Para compensar la falta de equidad
entre tus partes doblaré una vez más,
con suavidad, lo que puedo ver de tu espalda;
lo haré tan suavemente que me recordarás con dolor.
Para terminar, ahora sí: con rabia y violencia
derramaré sobre lo que queda de ti,
tres baldados de mierda color café;
siempre me ha gustado el café.