Niña del vaso de 100
Llueve con sol, y no logro poner la mente en blanco.
El calor produce sed y a lo lejos una mujer vuelve granizado un gran trozo de hielo. Salivo e inmediatamente recuerdo salir del colegio, mangos, grosellas y un raspado colombiano.
El recuerdo se vuelve tentación y en ella caigo. Veo su elaboración, saboreo la leche condensada, por un momento pienso en la asepsia del procedimiento, bloqueo la mente y me dedico a disfrutar. Una pequeña voz dice:
– Me da un vaso.
– Vale 100.
– Me da un vaso.
– Niñita, un vaso vale 100, yo no regalo vasos.
Sale correr y en dirección al sol, y en su mente no tendría que haber espacio para pensar por qué un vaso vale 100. Llega a donde su Padre, Madre y 4 hermanos más, quiénes limitaban el compartir una bebida de malta y un pan a un vaso de 100.
Ojalá estés bien, niña del vaso de 100.