Matices Monocromáticos
¿Y para qué nos sirve tanta vida si la desperdiciamos sintiendo lo mismo todos los días?
Estamos aquí, de pie, tratando de quedarnos así, por simple soberbia, miedo a aparecer vencidos, a dar a conocer nuestra sensibilidad, nuestro lado más susceptible.
¿Por qué?
La soledad es cuando el calor de otro cuerpo deja su rastro sobre el lado derecho de tu cama y sólo te queda contemplar su recuerdo.
La soledad es cuando cierras los ojos y no eres capaz de recrear un sólo color en tu imaginación; cuando la piel interna de tus parpados no te sirve como lienzo en blanco para pintarle con el óleo de tus sueños.
La soledad es estar aquí hundiendo trocitos fríos de plástico en lugar de estar hundiendo mis dedos en tus miedos y tú suavizando los míos.
Soledad es cuando nos enteramos que le día acabó y nos vamos arrastrando las ilusiones por toda la ciudad sin un lugar donde depositarlas.
Vivimos sumergidos, con nuestras cabezas atiborradas de malos augurios: Explosiones, tormentas, terremotos, guerras… la vida se nos escapa de las manos con suma facilidad. Esa zozobra de vivir es como un dolor placentero, un dolor necesario para enterarnos que en realidad respiramos.
El miedo y la soledad hacen una amalgama metastásica, se nos mete bajo la piel, nos hace gritar y revolcarnos como animales golpeados. Ahí es cuando somos más humanos: en ese momento que permitimos que las mareas indomables de los sentimientos plurales, del lado salvaje y desgarrador que poseemos, nos arrastren sin contemplación.
¿Entonces por qué nos gastamos nuestros últimos segundos de vida tratando de recordar el pasado?
El pasado en una cárcel gigantesca, impenetrable, donde estamos todos encerrados. Vivamos el presente, que nos es más que la proyección futura del pasado.
Alejandro Campos.
CASI PERFECTO… SOLO ME JODIO EL POSITIVISMO FINAL: “El pasado en una cárcel gigantesca, impenetrable, donde estamos todos encerrados. Vivamos el presente, que nos es más que la proyección futura del pasado.”