fbpx

Los autómatas cool

Portada por: Edwin Morales
Obra: Facebook Abyección

Dios no ha muerto, sólo se desconectó del Facebook. Podríamos buscarlo, pero fracasaríamos en el intento, nuestro WhatsApp no deja de repicar. Podría ser la chica, o el chico que nos gusta. Podría ser ese amigo dispuesto a soportarnos, al menos por esta noche. Es imposible no contestar, no enviar nuevos Sticker, no decirlo todo en medio de un “Ja Ja”, a veces “jaja” y otras veces “ja”. Sería mejor no movernos. Sería mejor pensar un poco a dónde nos ha llevado este siglo XXI, y en qué clase de monstruos angelicales nos ha convertido.

Crecí viendo a Los Magníficos en un armatoste sado-masoquista. Funcionaba a los golpes. Hoy en día el televisor es una lánguida pantalla sin senos ni cola, que sirve hasta para despertarnos. Viví este cambio, por ello lo valoro, las nuevas generaciones no. Para éstos Simón Bolívar usaba Iphone 5, y Santander, un Samsung Galaxi S4. Y no está mal. Somos el efecto de la comodidad que nos tocó, y esto los griegos lo supieron desde el principio. El mundo está destinado a reiniciarse una y otra vez en un Eterno retorno, donde sólo cambian las atmósferas socio-culturales, más no los caracteres humanos. Sin embargo, todo parece indicarnos que en la década de los 80, con la aparición y popularización del Woodman, el Nintento, el Teléfono móvil y el Computador, este Eterno retorno rompió su círculo, y por primera vez, se abrió una brecha en línea recta sobre la que aún caminamos y pisamos, el sepulcro de los cánones neoclásicos y modernistas, que antaño guiaron los pasos de nuestros antecesores. Verdad, Libertad, Fraternidad, igualdad. Dios, Democracia, Paz, Amor, y Revolución, son algunos de los meta-relatos caídos que adornan el tapete sepulcral que día a día pisamos con nuestros Adidas, y que en ciertas ocasiones creemos revivir a través del juego insulso del simulacro. Dicho en palabras de Baudrillard.

Vivimos en la reproducción indefinida de ideales, de fantasías, de imágenes, de sueños que ahora quedan a nuestras espaldas y que, sin embargo, tenemos que reproducir, en una especie de indiferencia fatal.

Y es que, por primera vez nuestra creación no sólo nos dominó, sino que re-creó nuestra conducta, y nuestra manera de ver al otro, y al mundo. En el renacimiento la imprenta sirvió para popularizar el conocimiento, no obstante, seguimos siendo los mismos… más eruditos. En la revolución industrial, las maquinas sirvieron para agilizar el trabajo y transportarnos más rápidos y cómodos, aún así seguimos siendo los mismos… más explotados, y por supuesto, mejores comerciantes. Pero desde mediados del siglo XX, con el auge tecnológico y el apogeo del mundo virtual, pasamos a ser otra cosa como especie comunicativa. Autómatas Cool con el privilegio de desconectarnos del mundo, estando en él. Autómatas Cool con el privilegio de tener 500 amigos en las redes, y si mucho tres reales, con los que no contamos, porque no salen, no les interesa salir. Y es que para qué salir. Con tantas buenas series ya no es necesario salir. Además, no es un secreto para nadie. Invitar a una chica a cine hoy en día es, además de costoso, tortuoso. Echémosle un vistazo. Tú pagas las entradas porque eres el príncipe, compras el combo 4, porque eres el príncipe, te soportas un Transformer porque eres el príncipe, la invitas luego a comer algo, porque eres un pendejo, y como entre más lindas, más lejos viven, la llevarás en taxi hasta su casa, que queda justo detrás de Andrómeda, y de vuelta, te dejará el bus, el colectivo, el avión, lo que sea, y no tendrás más opción que devolverte también en taxi, y quedarte sin cinco en los bolsillos. Y todo esto para qué, para nada porque no se dejó besar, y si lo hizo, no dejó de hablarte de su ex, de todo el daño que le hizo y de cómo lo extraña y no lo extraña al mismo tiempo. No. Un pajazo estaría mejor, y en la web las tienes a todas a tú disposición, por nacionalidades y categorías. Y lo mejor de todo, cuanto te vengas, terminas y punto. Adiós todo y adiós a todas. Nunca te viniste. Nunca conociste a nadie. Nunca hablaste con nadie. Nunca pasó nada, y sin embargo, la pasaste genial, y en casa. Y es que para qué salir de casa. La calle está llena de zombies, pero son mejores los de The Walking Dead, estos Rick los mata por ti, tú sólo tendrás que mirar como buen fisgón. Quizá sea este nuestro destino, fisgonear el mundo a través de la pantalla, mientras la vida nos pasa por los lados, impalpable. ¡Vaya paradoja! La tecnología nos acerca con el mundo, pero nos distancia del ahora, o quizás, nos sumerge en otros ahoras. Submundos paralelos mucho más atractivos que los que ofrece el mundo real; con sus guerras al otro lado del mundo, su politiquería de quinta, y su comercio exacerbado en todos los campos de la vida.

Qué hacer. A dónde ir. La inversión cultural, vaticinada por Paul Virilio se ha hecho real. Antes, el enemigo estaba afuera, era el ejército enemigo que podía atacarme, mientras el amigo estaba cerca, era nuestro hermano y amigo. Ahora, el amigo es quien, estando lejos físicamente, está cerca virtualmente, y desde nuestras pantallas, podemos abandonarlo con sólo dar Click; mientras el enemigo es quien está a nuestro lado, es quien huele mal y quien no nos entiende aunque le llamemos padre; es quien a groso modo, puede rompernos el corazón, o asesinarnos por la herencia de mamá.

Qué hacer, a dónde huir. ¿A qué recurrir? No tenemos escapatoria. Los ismos también hacen parte de la Matrix. ¿Quieres revelarte? Vuélvete Punk, Emo, Rastafari, Gótico, Rapero, Reguetonero, Anarco o comunista, pero antes, recuerda vestirte como es debido para ser aceptado por la tribu, y no compres, por nada del mundo, suvenir de segundas. El rostro del Che, recuérdalo, se ve más cool sobre una boina de cuero, que sobre una de tela. El Capitalismo es un monstruo que alimentamos con nuestro ego. Nuestra arrogancia ya no cabe en el planeta, y éste, no ve la hora de escupirnos.

Qué hacer. A dónde huir. Sólo hay una manera radical de desconectarse del sistema. Mandarlo todo al carajo y volverse asceta; confinarse en una finca, cultivar los propios alimentos, iluminar nuestros pasillos con la energía Hutchinson, y no volver a pagar impuestos. ¿Podrías hacerlo? Yo no. No hay nada más placentero que el dinero, la buena ropa, la buena comida, y los buenos lujos. Así me lo inculcaron desde chico. “Debes ser alguien”, me decían mis padres. “Debes ser exitoso” me decían mis maestros, pero a cambio me educaron para ser mano de obra barata, para las multinacionales.

Qué hacer, a dónde ir. Los Autómatas Cool no van a ningún lugar, y si lo hacen, van a uno de “Los no Lugares”, evidenciados por Marc Augé. Espacios diseñados para transitar, comprar, leer símbolos y convertirse en mero elementos del conjunto.

Existe también otro camino. Atacar el sistema dentro del sistema. Causar implosiones internas a través del arte, el cine, la literatura, y la reflexión crítica en cada área del saber. Pero son pocos quienes captan los mensajes. Pocos los que tienen la agudeza de leer subtextos, y más pocos aún, los que persiguen sus sueños de niños. Sueños color purpura de nieve, lejos de oficinas.

Artista pereirano radicado en Bogotá. Licenciado en Filosofía UTP. Poeta, Guionista Cinematográfico. Realizador audiovisual. Lector de Contenidos para FOXTELECOLOMBIA. Tallerista de Escrituras Creativas para la Editorial LIBROS & LIBROS y Coordinador Audiovisuales para la Asociación SOÑAR COLOMBIA.

galeanor03@gmail.com

Publicar un comentario