Inhumano
Sus ojos eran luz imprescindible de desaire,
como si la arrogancia le hubiese robado el alma,
sus movimientos lentos, como parte de una revolución,
un olor a hierro en mi imaginación,
un desgome de sensaciones,
un dolor de parto,
un hecatombe.
Su silencio era un grito,
su serenidad la ira,
no era necesario un sonido,
estaban escritas sus palabras:
No sabía si morirme u ofrecerle otra vida,
no sabía si perderme, olvidarlo,
no entendía qué debía.
Ya no estaba mi sonrisa,
eran más esquirlas de la historia,
que sus penas y mis glorias.