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Ilustración de Juan Zapata (Zeta Ce) para texto de Tatiana Toro - Feliz día, Mujer. La liberación femenina como acto revolucionario.

Feliz día, Mujer

Ilustración por: Juan Zapata (Zeta Ce)

La belleza que nos han inculcado como pasaporte directo a la felicidad, como el ‘ticket to success‘ no es más que la peor manera de volvernos objeto. Es la psicología inversa, impuesta por el hombre – cuando digo hombre me refiero a las mujeres también – para satisfacer egos heridos y vacíos ajenos, con los cuales uno termina lidiando casi sin darse cuenta.

Porque aunque no se crea, la belleza siempre es el tema más profundo y sin duda perturbarte, cuando se habla desde este lado, el de la mujer, ya que no es fácil serlo y menos cuando te resumen en talla y peso, en fácil o difícil, en buena o mala.

Pero no me justifico, ni las justifico, como tampoco puedo odiarlas, hago parte de ellas; aunque si puedo reprochar sin temor alguno que en el intenso afán de la mujer por querer ser igual al hombre, dejó de estar “al lado”, para estar en frente de él, se exhibe y se ofrece sin problema alguno.

Nos ha faltado amor, del bueno -y no me refiero a la canción de Reyli– hablo de ese amor bonito, amor propio, el cual es justo y necesario para hacernos entender que ser libre no es ser libertina, que si existe un día de la mujer no es para recordarla como objeto, como ícono, como víctima, como inofensiva, sino para reivindicarla, resignificarla y reconocerla.

Pero se nos olvida, nos ha ganado la duda y la inseguridad, como habla Kierkegaard en El Concepto de la Angustia, porque la idea visceral de que salimos de la costilla de un hombre, nos ha limitado a instituciones como la religión, como la escuela, como la política, dejando de lado un pequeño pero importantísimo detalle: educarnos para aprender a estar solos, educarnos para valorar el hecho de estar con alguien.

Y por ello las dudas, los conflictos, las violaciones, la desigualdad; nos han hecho creer que querer es depender, que para merecer hay que mutilar, cortar, frenar, chantajear.

Pero no, para merecer basta con uno merecerse a sí mismo.

“Feliz día de la mujer a todas y a todo aquel que ha sabido y ha podido querer a alguna”

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