Fantasmas Nocturnos
Paso mi dedo frente a mis ojos, no le veo. Insistentemente repito la misma acción pero me resulta imposible divisar mi pulgar ¿Qué anda mal con mi vista?
Ayer estuve en un lugar cuyo nombre olvidé o no deseo recordar para así evitar que mi cuerpo me lleve de nuevo a esa cloaca, a un hoyo centenario lleno de monstruos y seres fantásticos.
Ella estaba en ese lugar. ¿Quién? se preguntará usted. Allí estaba yo, es decir: Ella.
Una mujer sucia, mal oliente, con harapos colgados sobre la piel, a la espera de una revolución; aguarda silenciosamente por un hombre con alas de ángel y mirada de demonio ¿Cómo miran los demonios? miran con el fuego del infierno ardiendo en sus pupilas. Ante la sociedad diurna yo soy – ella es- una loca, una completa desquiciada que está sumergida hasta el cuello por alucinaciones, una desquiciada que dibuja mundos inexistentes.
Pero es en la noche, cuando ése astro que suele mirarme con ojos desdeñosos, con el tipo desprecio que la gente cuerda mira a los que no son de su especie, se larga a ver el culo del mundo; es bajo la luz de la Luna que yo convierto mis gritos y aparentes delirios en bellas palabras que a todos agradan:
Me adorno con mis mejores vestidos, uso tacones altos y carteras de diseñador, todo para encajar en esa sociedad del espectáculo, en ese grupo de cerdos refinados. Allí todos me desean, esperan que mueva mis labios y gesticule alguna palabra que les conmueva el alma.
Cuando estoy ante el público soy esa “otra”, esa mujer que no espera a nadie, pero tras esa máscara sigo imaginando a esa bestia divina que me hará una, que me convertirá por fin en sólo humano.
De nuevo paso mi dedo frente a mis ojos pero lo que observo no es lo que yo esperaba, no, lo que está frente a mí es la mano de un hombre.
“Esa mano es mía”, pienso e inicio a pintar mis ojos de color carmín para exponerme a noche más de frío lacerante y miradas llenas de expectación.
¿Y para qué nos sirve tanta vida si la desperdiciamos sintiendo lo mismo todos los días? Estamos aquí, de pie, tratando de quedarnos así, por simple soberbia, miedo a aparecer vencidos, a dar a conocer nuestra sensibilidad, nuestro lado más susceptible… Continuar
“Política”, es una palabra esdrújula, con acento diacrítico, con múltiples connotaciones lingüísticas; herencias latinas, griegas y romances, además de contar con una trascendencia cultural delineante: de tendencias gubernamentales y ante todo conductas jurisprudenciales. Continuar