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El Lío de la Comunicación Social

“Todo ser humano es fisiología, lenguaje, sicología, ética, historia, geografía, matemáticas, astronomía, óptica, mecánica, química, metafísica, fábula y pensamiento. ¿Cómo puede alguien encerrarse en una de esas disciplinas, o en una fracción de una de esas disciplinas, y volverse ciego a todas las demás sino por un proceso de deformación del sentido de su vida y de creciente insensibilidad?”
William Ospina (La amistad y el saber: Estanislao Zuleta.)

Muchas veces nos han preguntado: ¿Para qué sirve la comunicación social? ¿Qué es la comunicación social? Y generalmente, la respuesta que nos han o hemos dado, frente a la primera cuestión, es quizá más diciente que la segunda. Contradictorio que sepamos decir para qué sirve si no sabemos ni qué es. ¿Cuestión de pragmatismo, en un mundo donde nos invita continuamente a valorar a lo útil y puntual, más que lo abstracto y dispendioso como la reflexión? Al respecto, Slavoj Zizek, dice: “en el siglo XX, quizás, hemos tratado de cambiar el mundo muy rápidamente. Es tiempo de interpretarlo de nuevo, de empezar a pensar”

El orden mundial ha querido separar o diferenciar dinámicas, para controlar al ser humano con mayor eficiencia, y por ello los estudios no están exentos de dicha pretensión, pues a final de cuentas, atienden también una lógica mercantil para sobrevivir. Tal es el caso de los estudios sociales y humanos. Por eso, hay antropólogos, sociólogos, psicólogos, que riñen por puntos de vista sobre explicación o comprensión de realidades, desacreditándose unos a otros. Son pocos los casos en los que investigadores concilian múltiples visiones profesionales, no solamente desde estudios sociales, sino también desde las ciencias exactas, para enriquecer las investigaciones. A mi parecer, algunos de los que dudan de que solamente su visión profesional pueda entender problemas y proponer soluciones, son quienes aportar mayores avances no solamente desde el ámbito académico sino también en lo social y humano; al entendernos humanos ya con todas nuestras limitaciones humanas en general, construiremos en colectivo mejores posibilidades para reflexionar y superar malestares individuales y sociales.

Si comenzamos por los pénsum académicos, algunas universidades del país ofrecen una lista de materias muy distintas entre sí: irreconciliables para muchos tipos de personas, por ejemplo, para quienes apenas hacen su paso del colegio a la universidad; o también para aquellos que ya teniendo una trayectoria dentro de la carrera, experimentan ansiedad por no encontrar algo aplicable y definible en el mundo real.

Las materias que generalmente aparecen en estos planes de estudios, en las universidades donde aún sobrevive la carrera de comunicación social sin desligarla de sus otros campos de acción (periodismo, medios, organizacional), son un conglomerado de materias de unos y otros campos profesionales, tales como: psicología, economía, antropología, sociología, semiótica; y resultan no menos controversiales que el hecho de disponerlos al lado de los estudios de las nuevas tecnologías y los medios de comunicación tradicionales, al igual que la integración con asignaturas sobre economía y mercadeo. Por un lado, algunas personas, argumentan que esperan de la comunicación social, algo “completo” y “propio”, y no una mescolanza de saberes que no permiten definirla. De igual manera, hay algunas personas que dicen no saber por lo tanto, para qué sirve una carrera llamada “comunicación”, en algo que tradicionalmente sólo se representa a través de los medios de comunicación.

Con base en los comentarios de quienes sienten un vacío de la comunicación en su aplicabilidad, considero que es muy enriquecedor integrar diferentes formas ver el mundo. Y si bien es sensato por ejemplo, decir que una carrera de pregrado o una maestría deban ser coherentes con el estudio de pregrado (es decir, si estudié mi pregrado en comunicación social, debería por tanto estudiar una maestría en ello o algo que no se aleje mucho de lo aprendido); una de las contradicciones del sistema capitalista salvaje, es que no necesitamos especializarnos solamente en aquello que estudiamos para entender bien las lógicas de las múltiples realidades del mundo. Pues bien, el sistema también nos empuja a conocer todo de situaciones para enfrentar muchas veces, más que por gusto, las distintas maneras de solucionar un problema y tener la seguridad de recibir un ingreso por ello; lo cual sería más complicado si proviniera de una persona que no tuviera una mirada más integral de sí mismo y el mundo. Y precisamente bajo esta dinámica, es que el ser humano debe reinventarse. Más aun, las carreras propias del pensamiento.

Así como se nos dificulta desligarnos de la construcción de identidad propia forjada desde la familia y otras instituciones; de igual manera se complica desentendernos muchas veces de nuestras actitudes y pensamientos que parten de la lógica del sistema capitalista salvaje y sus prejuicios puesto que todo está entretejido. Es por esto también, que decimos que para qué estudiar comunicación social si lo que vemos allí son algunas luces de profesiones más compactas como psicología o sociología. Y lo que resulta más contradictorio: en nuestra búsqueda por un trabajo interdisciplinar, la realidad generalmente nos muestra que dentro de los estudios sociales, somos muchas veces más relegados sólo al papel de meros intermediarios en los medios de comunicación, y poco hay de nuestros aportes en los procesos comunitarios o de investigación, a no ser, con mucho esfuerzo, que partan iniciativas desde la academia.Ver caso

Para finalizar, una cita que hace parte del trabajo de investigación ‘Imaginarios sobre la comunicación’, de Marta Rizo García, doctora en comunicación:

“Después de todo, no es con cables, lentes y hojas de papel con lo que trabaja un comunicador, sino con significaciones, valores y mediaciones entre sujetos. Al menos, con esto es con lo que tendría que trabajar, generando satisfacciones a las necesidades de comunicación de los actores sociales. Los instrumentos son inútiles si no se sabe usarlos, pero peligrosos si sólo se sabe usarlos pero no se sabe para qué. Por ello la aportación universitaria limitada a la preparación acrítica de técnicos es no sólo una pobre aportación a la sociedad, sino un obstáculo a la satisfacción de sus necesidades”.

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