Detrás de la puerta
Sentado sobre las flores
he apagado la luz que el sol filtraba
por los barrotes de mi celda,
descansa mi voluntad en un rincón sucio,
lleno de fisuras por donde se asoman
larvas y sanguijuelas hambrientas
que se alimentan y sorben mi hiel condensada.
El viento frío se cuela por las grietas
de la puerta guardiana de mi destierro anémico,
un invitado pronosticando avernos,
posado como ave carroñera,
un desconocido con harapos sombríos,
no se ha extraviado,
ha venido buscando seres infelices,
miradas vacías custodias de desiertos.
Bocas invisibles entonan coros celestiales,
hiedras oscuras del inframundo
brotan y destruyen mi cuerpo,
mi alma espesa, vaga en medio del vacío.