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Cuántas vidas tiene que vivir el gato

A cuántos muertos vivos he dejado de ver
por convertirme en uno de ellos,
de cuánta muerte y desolación
me volví ignorante y a la vez cómplice y mártir.

Cuánta excitación me ha causado el ver a mi opositor
abatirse sobre el filo cortante de la derrota, desecho,
rodeado por una corona de engaños
y métodos huraños y cobardes,
cuánta inhumanidad respiran mis pulmones
y destilan mis poros,
cuánta ansiedad arrinconada en las calles,
atestada en las colillas.

Cuántos rostros caídos, cuántos ojos fríos
difundidos en el asfalto,
cuántos futuros adheridos en las aceras
buscando el calor en los periódicos
y el amor en las botellas,
cuántos buses atiborrados de carne y hueso,
cuánto vacío existe,
cuánta oscuridad se acoge entre los genes,
cuanta inconsciencia social
nos corroe entre la secreción del alma
y la piel agrietada por la petulancia,
cuánta incontinencia pérfida.

Y el deseo de cagarse sobre los súbditos
se abarrota en las tripas de los dirigentes
y enaltece y ensancha sus sonrisas insípidas
cuánto se empobrece la razón
y se enriquece la estupidez
cuánta desolación, cuánta epidemia
restregada sobre los siglos,
sobre los ojos tumbados,
cuántas vidas he de escalar
para llegar a los tejados al menos
cuántas vidas ha de tener el gato
para tocar los bordes del cielo.

Columnista

zorcg2@gmail.com

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