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Desde la selva bogotana, Ácido Pantera


En lo más profundo de la selva tropical colombiana, se escucha el rugido de un felino que distingue en su oscuro pelaje el color de la noche capitalina. Es un depredador imponente que guarda en su lomo arpegiadores, marimbas de chonta, gaitas, sintetizadores. Posee un mapa dibujado en el cuerpo con visos de luz que delatan su nombre: Ácido Pantera.


 

Bajo su piel habitan los productores Juan Correal y Diego Sierra, quienes buscan extraer el sonido de la noche a la selva, el sonido que hace bailar en la mitad de la jungla. Crean un escenario donde los ritmos raizales y sintéticos se encuentran para dialogar sobre la necesidad de entreverar estos dos discursos sonoros acompañados de marimbas, maracones, gaitas y beats electrónicos para abordar las calles de Colombia como lo hace la pantera, con sigilo y sangre caliente.

Cuando el día se apaga, por el borde de los cerros se acerca la negritud de la noche y en los ojos de la pantera ellos guardan la noche bogotana, la ciudad se desaloja para abrir paso a la llegada de la madre, la música, conjuradora de tiempos y  ritmos que  perduran en el universo simbólico ancestral de la música colombiana, y a su vez permite la vinculación de nuevos ritmos cuyo nacimiento es artificial.

Eligen las sonoridades más allá del discurso de la música para Colombia y exploran a partir de timbres que se validan, como características identitarias de una pieza sonora. Es por eso que trasladan  los sonidos calientes del caribe  y el pacifico, descubren sus diferenciadores y a partir de allí, exploran la riqueza cultural y sonora que posee Colombia.


[su_quote]Las huellas de la pantera desdibujan los límites regionales del país y permiten la visibilización global de una apuesta innovadora, exquisita y nocturna.[/su_quote]


Es un cuerpo  despierto  que  merodea los Andes y vigila la mutación de los sonidos que nacen a partir de un sentir unánime. Asecha  y transforma  los cuerpos de quienes bailan en la mitad de las calles, a la orilla de los bares, con resonancias ácidas que saben a maracuyá y huelen a naranja bajada del trópico.

Cuando la pantera encarna en festivales y bares, se hace una grieta en la noche, los oídos se abren; Juan y Diego habitan la fiesta felina, despliegan por sus muslos sonidos ácidos y salvajes, el tiempo se alterna y la fiesta no tiene oportunidad de llegar a su fin.

El Rugir de Ácido Pantera puede llegar en cualquier momento a visitar su playlist. Con pasos silenciosos se detendrán en frente de sus cuerpos e iniciarán a sentir los cantos de la selva, la fuerza del mar en sus caderas, el sol ardiente bajo sus pies, y sin darse cuenta estarán bailando en algún  lugar extraordinario con la banda sonora de la selva bogotana.

 

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El contenido de los textos aquí publicados es de exclusiva responsabilidad de los autores, representa su opinión y no compromete a la Corporación La Astilla en el Ojo.

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