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Capricornio Uno: Un viaje trepidante, que pierde algo de combustible

La primera misión tripulada hacia Marte es una realidad y los preparativos van viento en popa, sin embargo, una parte del equipo de la NASA se da cuenta de que el soporte de vida diseñado para la nave podría fallar y el viaje sería un fracaso; por lo que deciden, justo antes del despegue, sacar del vehículo y ocultar a los tres astronautas designados. ¿La razón?, simple, planean montar un falso aterrizaje al planeta dentro de un hangar y con un equipo para televisión, pues ciertas personas influyentes ordenan que el programa continúe, a pesar de que el gobierno piensa cancelarlo. Prosigue el gigantesco ardid, mientras se guardan las apariencias y los tripulantes son extorsionados ante el posible asesinato de sus familias; hasta que un técnico encuentra irregularidades en el procedimiento y es “eliminado de la ecuación”, pero sin antes llamar la atención de un periodista resuelto a investigar el caso, e inclusive logra toparse con algo que cambiará radicalmente el curso de los acontecimientos.


Conociendo la obra del director Peter Hyams, siempre pienso en él como un artesano solvente que domina muy bien su oficio y con ideas interesantes o ambiciosas en potencial, aunque jamás exploradas a plenitud por sus limitaciones como narrador; su vocabulario visual es apenas correcto, sin deslumbrar. Recurre también con frecuencia a las convenciones del melodrama y son demasiado notorios algunos trucos argumentales para resolver sus historias, dejando a su paso bochornosas conveniencias y agujeros de guion del tamaño de un cráter lunar. Aun así no podemos negar cierto instinto suyo para manejar la tensión narrativa y generar momentos de suspenso genuino, construyendo efectivas experiencias en sus géneros fuertes: la ciencia ficción, el thriller, la acción y el terror fantástico; desde el logrado western espacial Outland –más conocida por estos lares como Atmosfera Cero-, u otras piezas menos conseguidas como The Relic, Sidden Death y hasta la risible pero amena End of Days.

Ahora su cinta más atractiva y motivo de este texto, Capricornio Uno de 1977, es una muestra de lo mejor y lo peor en la ejecución de Hyams; pero sale airoso al mantener una constante expectativa como relato sencillo e inmediato de intriga conspirativa, pese a sus resoluciones apresuradas y algo tramposas. Lástima que desaprovecha –si acaso insinúa o acaricia- la oportunidad de ahondar en dilemas morales y contradicciones referentes a la manipulación de los medios, los intereses particulares en algunas aéreas del gobierno, o en la confortable mentira del montaje en Marte para preservar el “status quo” de un país, el mismo que evade e ignora sus problemas sociales y fisuras éticas. Con mayor trabajo pudo convertirse en una excelente alegoría del autoengaño en la “ideal” sociedad estadounidense. Al menos cumple estableciendo la situación con verosimilitud y presenta personajes funcionales de elemental identificación, gracias a su correcto prisma actoral. Cuando entras en su juego, cautiva con secuencias bien pensadas e hilvanadas, como la persecución aérea o el escape de los astronautas del hangar.

Los astronautas Charles Brubaker (James Brolin), Peter Willis (Sam Waterston) y John Walker (O.J Simpson)

El resultado general es flojo, no obstante es fascinante su afán positivo de plasmar y re-imaginar un caso tan envolvente como la paranoia por la veracidad del primer alunizaje de 1969, del que se dijeron mil cosas y algunas involucrando a Stanley Kubrick; lo cual resulta curioso al recordar que por azares del destino, Hyams escribió y dirigió 2010: El año que hicimos contacto, secuela directa de 2001: Una odisea en el espacio. Queda por agregar que el dato es lo más memorable de aquella cinta, pero siendo de Peter, es una usual aventura entretenida y cuidada como producto independiente, a la vez complementario a la experiencia sensorial de Kubrick.

No puedo concluir sin destacar al verdadero protagonista de la película, el legendario compositor musical Jerry Goldsmith, quien creó un fantástico score potente y enérgico que imprime vitalidad a las escenas, transmitiendo esa crucial urgencia en los actos, las decisiones y sus circunstancias.

Una disfrutable curiosidad cinéfila; si bien olvidable luego del visionado, es adecuado reconocer el aceptable acabado y la diligente labor de su realizador, de filmografía desigual, pero digno de aprecio por su mirada sincera de los relatos universales y entrañables arquetipos.

 

 

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El contenido de los textos aquí publicados es de exclusiva responsabilidad de los autores, representa su opinión y no compromete a la Corporación La Astilla en el Ojo.

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